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421 pages, Paperback
First published March 1, 2020
She loved music, she’d been an amateur photographer ever since she was little, and she was always reading some novel or other, but she thought poetry was childish and overblown. Gonzalo, however, like almost everyone, associated poetry with love. He had not won Carla over with poems, but he had fallen in love with her and with poetry almost simultaneously, and it was hard for him to separate them.
He thought they weren’t bad, or rather that it would be hard to decide if they were good or bad, which meant they were more good than bad. He also thought they weren’t bad, but they were unnecessary. It didn’t seem like the world needed those poems. He wanted to write the poems no one had written before, but at that moment he thought no one had written these particular poems because they weren’t worth writing.
Vicente read a couple more poems by Jorge Teillier, which Carla also liked, though she was distracted by the thought that poetry was like an illness her son had contracted, an illness associated with the little room, an illness that of course she preferred to his previous illness of sadness, but one that in any case worried her.
I am younger than my father
I am older than my son
And over my chest a shirt
is washed clean in the rain.
“Supongo que para escribir una novela hay que estar mucho rato sentado, no sé si aguantaría”Una curiosa humorada porque es desde la novela que Zambra, también poeta, homenajea a los poetas, una novela que en su parte principal se cuentan las vidas de unas personas muy normalitas, desde sus primeros calores adolescentes, sus amores, la convivencia, los hijos que llegan y los que no, propios o ajenos, el profundo amor que se les tiene, la responsabilidad que con ellos se contrae, el inicio de las dudas sobre el amor que dan, sobre el amor que reciben, hasta los nuevos caminos que aparecen o se desea recorrer, las despedidas, los abandonos, los rechazos, en fin, nada muy llamativo, nada especial —“el registro casual de la vida cotidiana” —, y todo contado, como en la propia novela se dice, con “un tono ligero, contundente, inesperadamente personal… como alguien que piensa en voz alta”. Vamos, como dando la razón a los poetas en su desapego de la forma narrativa en la que alrededor de unas pocas páginas realmente literarias se acumulan grandes montones de paja.
“Eso pensaba Pound… En una carta a William Carlos Williams dice qué él solo escribe las partes buenas de las novelas. Y que todo lo demás, las cuatrocientas páginas restantes, son puro relleno y aburrimiento”Pues yo tengo que decir que he disfrutado de cada brizna de paja de esta novela. ¿Por qué? Ni la menor idea. Solo puedo decir que ha sido como volver a leer a Bolaño, algo misterioso que no se puede explicar pero que te engancha, aunque muchas veces me quede perplejo ante el sentido que puedan tener todas esas páginas y páginas de anécdotas o escenas que no sé muy bien cómo encajar en la novela ni encontrar un para qué satisfactorio.
“Es un mundo mejor … más genuino. Menos fome. Menos triste… creen en el talento, tal vez creen demasiado en el talento. En la comunidad. No sé, son más libres, menos cuicos. Se mezclan más…menos falsos que la vida corriente de quienes aceptan las reglas y bajan la cabeza. Por supuesto que hay oportunismo y violencia, pero también verdadera pasión y heroísmo y fidelidad a los sueños.”En la novela se llega a decir que si escribiste un libro de Poesía ya eres poeta para siempre, “estás cagado”, pero yo creo que hay muchísimos más poetas que no han publicado nunca ni han llegado a planteárselo, y aun así son pocos, siempre serán pocos, hasta en Chile, bicampeona mundial de poesía, lo son.