09. Inmortal (El Colibrí de Plata)

Por A. Maradei
Esa mañana Ioth se había levantado muy temprano porque la bella Awaq le había aceptado una invitación por primera vez en toda su vida. Y eso, déjenme decirles, es mucho tiempo. En aquel entonces las personas o Muyska como ellos se llamaban, eran seres inmortales. Los dioses los habían dotado con la virtud de nunca envejecer. Para esto viajaban a las lagunas y al sumergirse en sus aguas, la piel vieja se desprendía y emergían como nuevos.Para Ioth, Awaq era la mujer más hermosa de toda la tribu. En su juventud tenía un cabello lacio de color negro que siempre adornaba con flores. Lo limpiaba con diferentes aceites de plantas aromáticas, por tanto, siempre que caminaba su aroma se impregnaba y perduraba en el ambiente. Además, su piel trigueña y su sonrisa pícara embelesaba a cualquiera. Ella era el amor platónico de su vida y durante varias generaciones o lagunas como decían ellos, había intentado que por lo menos lo mirara sin conseguirlo.Pero aquella tarde, Ioth había atravesado el parque central del pueblo tan rápido como se lo permitía su vejez. Estaba tan concentrado en llegar a tiempo que tropezó torpemente con Awaq y faltó poco para que la tumbara. Su encuentro fue inesperado, él había diseñado tantas tretas para conquistarla y nunca había funcionado nada, pero ese día que las obligaciones lo apremiaban, fue cuando accidentalmente se encontraron y ella por primera vez lo miró. Los dos habían envejecido y él ya no era un hombre apuesto, pero, sin embargo, Awaq se había fijado en él y después de aquel día el romance que siempre había esperado llegó.Por eso, Ioth embriagado con las mieles del amor, le había propuesto que nadaran esa noche en la laguna. Desde las primeras horas de la mañana, junto con su amigo Iska habían organizado cada detalle de la velada que él tendría con Awaq. Desde los manjares que pensaba ofrecerle cuando se hubieran rejuvenecido, hasta los pétalos de rosa, las velas esparcidas por toda la orilla y una enorme fogata para alumbrar la noche. Necesitaba que todo fuera perfecto para la mujer más perfecta ante sus ojos.– No te preocupes, todo saldrá cómo lo planeamos – le dijo afablemente su amigo al notarlo tan nervioso.Él asintió, pero después de tantos años, aquello que estaba viviendo era como un sueño del que no quería despertar jamás.– ¿Por qué me miras de esa forma? – le preguntó Awaq al ver que los ojos de su amado no dejaban de admirarla.– Quiero recordar tu rostro antes de que entremos a la laguna.– ¿Para qué? si estoy vieja y arrugada.– También me gustas vieja y arrugada – contestó y ella rió a carcajadas. Sus ojos brillaban, entonces Ioth la amó un poco más.Se sumergieron juntos en la laguna y juntos salieron convertidos en jóvenes. Caminaban a través del agua entre risas y besos. El cabello lacio de Awaq brillaba bajo la luz de la luna y caía pesadamente mientras lo tomaba con sus manos para escurrirlo. Ioth no podía evitar acariciar su rostro, era tan suave y sedoso como la piel de un durazno. Ella elevó sus ojos y sonrió sutilmente esperando a que él la besara. Ahora tenían muchos años más de vida para estar juntos, hasta que decidieran regresar a las aguas de la laguna y continuar así eternamente.Pero el perfecto amor que ambos se profesaban empezó a poner celosa a Xhube, la diosa de la brujería y la oscuridad. Ella siempre utilizaba su belleza para encantar a los hombres y llevarlos al interior de la tierra. Su corazón soberbio y egoísta no le permitía entender a otra persona que no fuera ella misma. Ahora convertida en diosa poseía un poder que los humanos no tenían. Aunque para los demás era solo una bruja.Xhube los esperó en la orilla irguiéndose ante ellos.– Ioth ven hacia mí – dijo con una voz sobrenatural.Ambos se quedaron impávidos viendo la figura esbelta de una mujer con cabello de plata que se mantenía firme en la orilla. Awaq tomó la mano de su amante y sus dedos se entrelazaron. Ninguno de los dos avanzó y los ojos de Xhube comenzaron a brillar con un color rojo mientras hablaba nuevamente. El tono que usaba era alto, tan fuerte que lastimaba a los oídos.– Ven con tu verdadero amor – sus pies tocaban el agua que se iluminaba sutilmente con el brillo de mil estrellas reflejadas sobre la superficie. Xhube recibía el poder de Chía la diosa de la luna.Siguió avanzando y mientras se introducía a la laguna, Awaq observaba como la cara de aquella mujer se distorsionaba por momentos, mostraba un rostro marchito por el tiempo con dos cuencas como ojos y una bruma oscura que se enredaba por su cuerpo. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de quién se trataba y temió por lo que eso significaba.– Déjanos, no queremos problemas – su voz sonó débil y se aferró con fuerza a su novio.Él estaba estático, tan quieto que sus dedos ya no estaban cogiendo su mano. Entonces, Awaq temió lo peor, porque sabía que Xhube desaparecía a los hombres. Tenía que luchar por él, pero no sabía cómo. Lo llamó varias veces y lo atraía hacia ella para que se detuviera, pero estaba hipnotizado. Avanzaba y con cada paso que daba se aleja de Awaq.Quedó paralizada con el agua hasta su cintura, viéndolo partir sin remedio siguiendo aquella mujer de traje negro y cabellos color plata. Lo perdía y se dio cuenta que su existencia sin él no tenía sentido. Ioth le había contado que ella fue su amor platónico desde siempre y curiosamente ella nunca se había dado cuenta. Pero ahora después de conocerlo, no entendía cómo iba a continuar viviendo.– IOTH – gritó con rabia y dolor, pero él continuó. Ya casi llegaban a la arboleda.Awaq comenzó a correr entre las aguas para salir rápidamente de allí y luego avanzó un poco más para alcanzarlo. Se aferró a su mano y lo miró de frente.– Detente – sollozó. – Escucha mi voz. – él se había detenido, pero no la miraba. – Soy Awaq, el amor de tu vida.– Vete, ya lo perdiste. Ninguno es capaz de resistirse – Xhube hablaba con desprecio.– ¿Para qué lo quieres? Tú ni siquiera lo amas ­– repuso encarándola.La bruja mantenía el brillo rojo en sus ojos mientras arrugaba su nariz como si le fastidiara su presencia. Cuando abrió su boca para ordenarle a Ioth que avanzara, Awaq la empujó con fuerza. Nunca había sentido tanta rabia ni tanto coraje en toda su vida. La diosa levantó la mano para tomarla por el cuello y la elevó mientras la asfixiaba. Ella se retorcía para tratar de liberarse, y mientras pateaba desesperadamente sintiendo que perdía el conocimiento, Iska apareció de repente y atacó por detrás hiriendo a Xhube en la espalda con uno de los leños que ardían intensamente.Awaq cayó al piso y antes que hechizara a Iska de la misma forma como lo había hecho con Ioth, tomó un madero de la fogata y se abalanzó sobre ella quemándole las cuencas vacías donde intermitentemente aparecían dos ojos de pupilas rojas. La bruja se retorció de dolor al sentir arder su cuerpo. Odiaba a Xué el dios Sol y cuando decidió adorar a Chía, todo lo relacionado con él la lastimaba como la luz o el fuego.– Pero ¿qué has hecho? – gritó mientras retrocedía.Awaq había tomado el brazo de Ioth, pero él estaba estático aún sumergido en el encantamiento que la bruja le había lanzado.– Larguémonos de aquí – hablaba con desespero Iska, sus ojos saltones brillaban por el pánico que estaba sintiendo.– No irán a ninguna parte – gruñó Xhube. Estaba ciega y se movía dando vueltas guiándose por los ruidos que ellos emitían. – ¿Quieres estar con él? pues adelante …Movió sus manos en el aire, los buscaba con desespero, pero sin saber a dónde apuntar alzó su rostro en dirección de la luna. De sus manos se desprendía una luz roja que se disolvía entre una bruma oscura, poco a poco sus palabras empezaron a ser claras, y de pronto, Awaq e Iska envejecieron instantáneamente. Se miraron a los ojos y después comenzaron a descubrirse a ellos mismos; observaban la piel de sus manos maltratadas por el tiempo. Ioth despertaba de su estado de letargo, pero a diferencia de ellos, él continuaba siendo joven.­            – A ti también te castigo Ioth – siguió hablando Xhube. – Verás morir a los tuyos antes de que sea tu turno.Luego simplemente se desvaneció dejando una estela de olor putrefacto en el aire.Awaq abrazó a su amado con lágrimas en los ojos. Él acarició su mentón y levantó su rostro para que lo mirara. Su novia había vuelto a envejecer y la luna traicionera mostraba las líneas de su rostro y las canas de su cabello.– Amo tus arrugas – le dijo mientras secaba sus lágrimas con sus dedos. – Yo siempre te amaré … ¿no te había dicho que eres el amor de mi vida? – le murmuró Ioth con una sonrisa y la besó dulcemente.El castigo de Xhube se cumplió y él tuvo que despedirse de su amada y de su mejor amigo siendo aún muy joven. Con el tiempo, él también envejeció y murió, pero con una sonrisa en su rostro porque en su corazón sabía que iba a encontrarse con su amada Awaq en el mundo de los muertos. Y fue así como la leyenda cuenta, que fue la diosa de la brujería la que hizo mortales a todos los humanos y Xué en castigo, la convirtió en lechuza.
Copyright © 2020 Fernanda Maradei. Todos los derechos reservados. Obra protegida por derechos de autor.Cuento relacionado con el libro EL COLIBRÍ DE PLATA

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Published on September 04, 2020 16:18
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